"Sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor." Oscar Wilde

miércoles, 30 de abril de 2014

Con el balón, mejor

El "tiki-taka es historia". Esta afirmación inunda las redes sociales, los programas de debate futbolero, y los blogs de opinión de cantidad de diarios deportivos. Lo más probable es que hoy estéis de acuerdo con dicha sentencia pero, ¡sorpresa!, no comulgo con la idea de dar por terminada una forma de entender este deporte, y os voy a contar por qué.

El tiki-taka como filosofía queda desvirtuado  por la facilidad con la que muchos critican tras una derrota la defensa que un entrenador o jugador hace de su equipo hablando de la posesión. Lo primero que debe tener claro todo el mundo es que cualquier entrenador comienza preguntándose '¿cómo puedo ganarles?' a la hora de preparar un partido. Por tanto, deducimos que, si ganar es meter un gol más que el contrario, todo entrenador comienza planteando cómo pueden meter un gol más que su oponente, y es en eso en lo que se centra. El resto, el cómo conseguir el objetivo, son estrategias planteadas de acuerdo a las piezas que uno tiene en su tablero. Cuando Pep Guardiola o Xavi Hernández se escudan en el dominio del balón para defender una actuación nefasta de su equipo no significa que se enorgullezcan de haber tenido la posesión. Ellos (al igual que yo) están totalmente convencidos de que en la mayoría de las ocasiones (y creo que ha quedado demostrado en estos años), el dominar un encuentro teniendo el balón, el llevar las riendas del partido, termina por decantar la balanza a favor del guerrero que blande la espada, y no del que permanece resguardado bajo su escudo esperando el desvanecimiento del adversario. Sobre todo teniendo buenos espadachines, claro está.

El tiki-taka no se inventó en 2008 con Guardiola o Luis, ni se terminó ayer con la debacle del Bayern frente al Real Madrid, porque no se trata de jugar un 4-3-3 o un 3-4-3. El tiki-taka no se apellida Guardiola ni Barcelona. Se trata de querer el balón para llevarlo a la portería contraria moviéndolo de un lado a otro hasta encontrar una opción para desequilibrar el orden del oponente, de ser protagonista, de dominar, de llevar la batuta, de depender de mi acierto y no de esperar al acecho un error del contrario, del salir a ganar siempre, de ser valiente. Todo esto es lo que nos ha hecho disfrutar estos años a todos los españoles, y gracias a esto hemos sido reconocidos mundialmente. No solo por el cuanto (los títulos logrados), sino por el cómo.

Permitidme creer en seguir queriendo tener el balón, en dominar al rival para pretender ganar. Quiero pensar que los Iniesta, Alonso, Busquets, Thiago y compañía están de acuerdo conmigo, que sueñan con abrazar el brazuca entre todos y confesarle que nosotros vamos a tratarle mejor que nadie. Se puede reinventar el sistema, podemos renovar la sabia de forma que nos ofrezca la frescura de los jóvenes talentos -que sin duda tenemos a nuestra disposición-, pero no se puede dejar de ser lo que somos, porque hemos dado con nuestro sello de identidad y este nos ha llevado a ser los mejores. 

Yo sigo creyendo que teniendo el balón la victoria depende en mayor medida de nosotros.